miércoles, 26 de agosto de 2009

VI

es ese detalle el que me va uniendo a vos
el que me une conmigo misma
el que me hilvana el alma en medio de este caos
sólo puedo salirme de mí cuando la noche me oculta
cuando me vuelvo un espacio vacío en tu piel


quiero inventar flores de colores
pintarme la boca de azul
bailar sobre nubes de azúcar
me siento enferma por los días
incendiada por mi vigilia


vuelvo porque esto también es mío
porque lo que hice no tiene perdón ni remedio
vuelvo porque verte me desarma el cuerpo de felicidad
y a la vez
estallo de dolor


yo sé todo lo que fui
por eso ahora duele tanto
por eso ahora me duelen hasta los huesos
cuando me mirás
y la verdad yo no sé cómo mirate


cómo volver mi mano a tu cuerpo y pedirle que se quede
un poco estoy sorda
casi queriendo volver a ver
y dejando quizá de lado las palabras
olvidándote...

-LoboSombra-

lunes, 24 de agosto de 2009


Hic Et Nunc

La nobleza, las grandes palabras, que mal le van
a esta ternura sin mejillas que tocar,
a esta lengua sin labios que entender.
Envilece un amor así que rebota en las paredes del cuarto
o se va cayendo a pedazos de palabras, esto.

Es inútil la argucia y la esperanza,
somos la previsión,
los ojos y la boca orientados al viento. ¿Qué me vale
lo que fue, la suave crónica?
Siempre andaré buscándote en el hoy
de esta ciudad, de esta hora.
Si me doy vuelta, oh Lot, eres la sal
donde mi sed se hace pedazos.

Mira de qué sustancias vivo,
pero no me tengas lástima, yéndote así
todavía más.


Julio Cortázar

lunes, 17 de agosto de 2009

9


A veces, cuando levanto la cabeza aturdida de los libros en que escribo las cuentas ajenas y la ausencia de la propia vida siento una náusea física, que puede ser de inclinarme, pero que trasciende a los números y a la desilusión. La vida me disgusta como una medicina inútil. Y es entonces cuando siento con visiones claras lo fácil que sería alejarse de este tedio si tuviese la simple fuerza de querer alejarlo de verdad.


Vivimos gracias a la acción, es decir gracias a la voluntad. A los que no sabemos querer —seamos genios o mendigos— nos hermana la impotencia. ¿De qué me sirve llamarme genio si soy ayudante de contabilidad? Cuando Cesário Verde hizo que le dijeran al médico qué era, no el señor Verde, empleado de comercio, sino el poeta Cesário Verde, se valió de uno de esos verbalismos del orgullo inútil que exudan el olor de la vanidad. Lo que siempre fue, pobrecillo, fue el señor Verde, empleado de comercio. El poeta nació después de su muerte, porque fue después de su muerte cuando nació la estimación por el poeta.


Hacer, he ahí la inteligencia verdadera. Seré lo que quiera. Pero tengo que querer lo que sea. El éxito está en tener éxito, y no en tener condiciones para el éxito. Condiciones de palacio las tiene cualquiera en la ancha tierra, pero ¿dónde está el palacio si no lo hacen allí?


Fernando Pessoa, El Libro del Desasosiego.

sábado, 15 de agosto de 2009

A la hora que se duermen los trenes


A la hora que se duermen los trenes

El invierno vaga

como un perro que no encuentra hogar.
Ciego se despierta
corre en los pasillos para husmear,
Y entra en la noche,
y la apuñala sin piedad,
y el silencio es su único puñal.
Sabe el sitio exacto
en que los gatos van a conspirar.
Camina de a ratos,
ve a los charcos la luna imitar.
Entonces se asoma y en calma empieza a llorar
y vestido de agua va a espiar
A la hora que se duermen los trenes
no hay secretos que le puedan guardar


Pedro Aznar

martes, 11 de agosto de 2009

Ánimo

Voy mojándome, nada importa.
Quizá mi mirada no diga algo inusual, pero ya no importa.
Voy riéndome a carcajadas y luego me arde la cara, se me pudre en el agua.
Avanzo y retrocedo, me encanta bailar. Le doy la vuelta al mundo, mientras giro sobre mí misma y me mareo y luego ganas de vomitar.
Voy asustada, voy animada, voy hacia un lugar llamado Desconocido, donde me espera Quien Sabe Quien y me darán paz las Cosas que Nadie Sabe. Y yo voy, yo sólo voy. Avanzo y retrocedo, es que me encanta bailar.
La ciclotimia del alma, por suerte no caigo del peor costado…

Una de cal, una de arena.
Una de oro, una de arcilla.
Nube blanca, nube negra.
Algunos eclipses de Sol…

Y yo…siempre ando cerrando los ojos,
Siempre quiero un poco más
siempre digo que no puedo,
siempre intento sin intentar,
siempre ansío ser más,
brillar.

Es un juego de colores, de valores,
de sentidos...
Pero yo no quiero terminar en blanco y negro.

jueves, 6 de agosto de 2009

V

Tal vez algún día lo entiendas...
Tal vez algún día me vuelvas a encontrar y puedas perdonar.
Pero hoy no estoy en mí y tengo miedo...
Miedo de resbalar y caer al otro lado.
No por un descuido, sino porque lo necesito...

miércoles, 5 de agosto de 2009

Broken chains

La acidez del hierro lastimó mi piel, que de a poco fue adquiriendo otros colores ajenos a la vida, las alas empezaron a marchitarse lentamente, al no poder agitarse libremente en el aire, los ojos eran seres abrumados por la oscuridad, vivían vendados, vivían ciegos.

Así pasaron muchos días.


Un día en el que no se esperaba más de lo que la rutina podía dar, la luz empezó a inundarme y a curarme las heridas, la venda de mis ojos murió tendida en el suelo. El fuego que se acercaba a mi alrededor se había consumido en sí mismo y algo de humo quedó, pero no lo suficiente como para impedirme respirar de nuevo. En ese momento, creí sentir claramente que en mi bolsillo vagaba un objeto frío, así que mi mano se encargó de buscar y encontrarlo. Nunca supe que la llave de mis cadenas la tenía yo misma. Pero no podía alcanzar los candados y en mi intento por hacerlo, las llaves cayeron al vacío. Me quedé un día más, sola, atada, pensando.


El otro amanecer me trajo un ser vestido de los colores más extraños que había visto en mi vida. Me miró a los ojos y me sonrió. Se quedó a hacerme compañía y sin que le pidiera ayuda me convenció de saber cortar mis cadenas sin la necesidad de la llave.


Fue ahí cuando intenté volar alejándome del suelo con todas las fuerzas que quedaban aún escondidas en mis alas y no me cansé hasta sentirme inmune a las fuerzas que me aferraban al suelo.


La altura que alcancé casi me congela, pero al fin, pude volver a volar otra vez.


Ya no me importan las inconsciencias y el miedo a caer…