lunes, 29 de junio de 2009

Everything


Cada vez más te alejarás y te irás de a poco.
Te llevarás todo.

Lentamente sacarás las sábanas perfumadas,

recortarás tus huellas del piso,

atraparás, con tus manos, las moléculas del aire que atravesaste,

borrarás tus dibujos del vidrio empañado.

Meterás todo en tu cajita de hierro.


A veces dejarás algo, pero de a poco me daré cuenta que cada vez te llevarás más.

Te llevarás más hasta dejarme nada,
hasta llevarte todos tus barquitos de colores.

Tengo miedo de que rescates aquel tesoro

que se derrama por las grietas que mis manos intentan cerrar.

Sé que te esforzarás.

Sé que un día me despertaré con mis manos vacías y heladas,

el presente estará lleno de imágenes pasadas.

domingo, 28 de junio de 2009

La espera




"Espero una llegada, una reciprocidad, un signo prometido. Puede ser fútil o enormemente patético. Todo es solemne: no tengo sentido de las proporciones.Hay una escenografía de la espera: la organizo, la manipulo, destaco un trozo de tiempo en que voy a imitar la pérdida del objeto amado y provocar todos los afectos de un pequeño duelo, lo cual se representa, por lo tanto, como una pieza del teatro.La espera es un encantamiento: recibí la orden de no moverme. La espera de una llamada telefónica se teje así de interdicciones minúsculas, al infinito, hasta lo inconfesable: me privo de salir de la pieza, de ir al lavabo, de hablar por teléfono incluso; sufro si me telefonean; me enloquece pensar que a tal hora cercana será necesario que yo salga, arriesgándome así a perder el llamado. Todas estas diversiones que me solicitan serían momentos perdidos para la espera, impurezas de la angustia. Puesto que la angustia de la espera, en su pureza, quiere que yo me quede sentado en un sillón al alcance del teléfono, sin hacer nada.El ser que espero no es real. El otro viene allí donde yo lo espero, allí donde yo lo he creado ya. Y si no viene lo alucino: la espera es un delirio.




Desde hace cien años se considera que la locura (literaria) consiste en esto: "Yo es otro": la locura es una experiencia de despersonalización. Para mí, sujeto amoroso, es todo lo contrario: es a causa de convertirme en sujeto, de no poder sustraerme a serlo, que me vuelvo loco. Yo no soy otro: es lo que compruebo con pavor.(Cuento zen: un viejo monje está ocupado a pleno sol en desecar hongos: "¿Por qué no hace que lo hagan otros? -Otro no es yo, y yo no soy otro. Otro no puede hacer la experiencia de mi acción. Yo debo hacer la experiencia de desecar los hongos.")Soy indefectiblemente yo mismo y es en esto en lo que radica mi estar loco: estoy loco puesto que consisto.Es loco aquel que está limpio de todo poder. -¿Cómo? ¿Acaso el enamorado no conoce ninguna excitación de poder? El sometimiento es no obstante asunto mío: sometido, queriendo someter, experimento a mi manera la ambición de poder, la libido dominandi. Sin embargo, ahí está mi singularidad; mi libido está absolutamente encerrada: no habito ningún otro espacio que el duelo amoroso: ni un ápice de exterior, y por lo tanto ni un ápice de sentido gregario: estoy loco: no porque sea original sino porque estoy separado de toda socialidad. Si los demás hombres son siempre, en grados diversos militantes de algo, yo no soy soldado de nada, ni siquiera de mi propia locura: yo no socializo.




Mis angustias de conducta son fútiles, incesantemente cada vez más fútiles, al infinito. Es fútil lo que aparentemente no tiene, no tendrá, consecuencias. Pero para mí, sujeto amoroso, todo lo que es nuevo, lo que altera, no se recibe como si fuera un hecho sino como si fuera un signo que es necesario interpretar. Desde el punto de vista amoroso, es el signo, no el hecho, el que es consecuente (por su resonancia). Todo significa: mediante esta proposición yo me fraguo, me alto en el cálculo, me impido gozar.




El ser amado es reconocido por el sujeto amoroso como "átopos", es decir como inclasificable, de una originalidad imprevisible. Es átopos el otro que amo y que me fascina. No puedo clasificarlo puesto que es precisamente el Único, la Imagen singular que ha venido milagrosamente a responder a la especificidad de mi deseo. Es la figura de mi verdad.Frente a la originalidad brillante del otro no me siento jamás átopos, sino mas bien clasificado (como un expediente conocido). A veces, sin embargo, llego a suspender el juego de las imágenes desiguales ("¡Que no pueda yo ser tan original, tan fuerte como el otro!"); intuyo que el verdadero lugar de la originalidad no es ni el otro ni yo, sino nuestra propia relación. Es la originalidad de la relación lo que es preciso reconquistar. La mayor parte de las heridas provienen del estereotipo: estoy obligado a hacerme el enamorado, como todo el mundo: a estar celoso, abandonado, frustrado, como todo el mundo. Pero cuando la relación es original, el estereotipo es conmovido, rebasado, eliminado, y los celos, por ejemplo, no tienen ya espacio en esa relación sin lugar, sin topos, sin "plano" -sin discurso.




La verdad es que -paradoja desorbitante- no ceso de creer que soy amado. Alucino lo que deseo. Cada herida viene menos de una duda que de una traición: porque no puede traicionar sino quien ama, no puede estar celoso sino quien cree ser amado: el otro, episódicamente, falta a su ser, que es el de amarme; he aquí el origen de mis desgracias. Un delirio, sin embargo, sólo existe si despertamos de él (no hay sino delirios retrospectivos): un día comprendo lo que me ha ocurrido: creía sufrir por no ser amado y sin embargo sufría porque creía serlo; vivía en la complicación de creerme a la vez amado y abandonado. Cualquiera que hubiese entendido mi lenguaje íntimo no habría podido menos que exclamar: pero en fin, ¿qué quiere?"




Barthes, Roland. Fragmentos de un discurso amoroso.




jueves, 25 de junio de 2009

Mañana dolorosa

Se despertaron aquel susurro y su poder indiscriminado sobre mis oídos. Ellos luchaban por ser libres. Tenían derecho a serlo. Entonces la piel empezó a quemarse desesperada por darle al tacto un sabor amargo, por sacar ese gusto del medio de mi estómago, que subía por mi esófago y empezaba a manchar el aire de palabras sin coherencia que repetían cosas sin solución.

Cuando yo desperté, intenté detener la luz, que residió en mis ojos abiertos, con la figura de mi mano. La luz solar se había ubicado en el centro de mi ventana al mundo y quería aturdirme sin motivarme a darle la bienvenida al día. Mi cansancio se encaprichó y todo se volvió oscuridad de nuevo.

Ya no puedo dictar a mis dedos, a mi lápiz, a mis hojas en blanco. La tinta es rebelde y las palabras ahora saben realmente lo que es tragarse su significado y que les duela la panza. ¿ Es mejor vomitar y que te duela la cabeza o estar con dolor de panza y náuseas mientras todos los minutos pasan, conversan un poco y se toman un café tranquilamente? Ya no sé, encima también pago la cuenta del café, claro.

A veces quiero realmente sentirme en medio de la atmósfera y realmente caer. En mis caídas, lo peor es el hecho de que seguís vivo después de ellas y te duele todo. Cuando caés se te entierra una gran piedra verde unos centímetros arriba del pupo que puede profundizar su posición cuando quiere y desde ahí mismo te inyecta cianuro en las venas.
Y vos vas al médico. Y el médico no sabe. Y el médico no entiende nada. ¿Y qué querés que entienda si es un médico? No hay medicinas para sacar piedras verdes del medio de tu cuerpo y menos para extraer todo el cianuro que tenés y recorre campantemente cada caminito que tenés desde tus pies a la cabeza. Y no, y no. Ya lo sé. Sólo era por si acaso...Es que ese dolor me complica el abrir los ojos todas las mañanas, me complica todo el día, todos los días, toda mi semana, todas mis semanas, todo el tiempo que sigo viva y me someto a esta masa de realidad que no se lleva bien con la de irrealidad en la que intento congelarme cuando sueño...

sábado, 6 de junio de 2009

Sola

Dejame sola,
Te pido y te desmoronas.
Un nuevo portazo
Disimula mi encanto en mi rabia.
Imperativo menguante,

Se vuelve el verbo en mi voz
Cuando te llega al oído,
Perdiendo fuerza y color
Y se transforma en súplica

En rezo
En oración.



-Ludovica Lunar-

Sabes

Supiste todo, te sabes sabio,
y esa grandeza te vuelve ruin.
Sigo admirando cada palabra
mas sé que en vano surgen al fin.

De aquellos años en que no eras
más que una idea de porvenir,
cuando tomaste tu forma humana
supe que siempre serías así:

Un solitario, un lobo en auge
una libélula, un colibrí.
eres tan libre, y tan maniatado,
que aun si pudiera irme estaría aquí.

Es que si te pierdo, pierdo mi motivo
pero si me quedo, soy otro tapiz
es que si te pierdo, pierdo mi esperanza
peo no se si puedas vivir junto a mí.




-Ludovica Lunar-

viernes, 5 de junio de 2009

Repentino

Un frío cubierto de púas avanzaba sobre los metros que la acorralaban. Todo estaba demasiado oscuro. Todo estaba demasiado olvidado, sólo restaba el presente y la mente tratando de encontrar soluciones. No podía, no podía. Las garras negras de los árboles secos se enredaban cada vez más, cada vez más, la Luna se escapaba de sus persecutoras. Un murmullo. Un grito. Pasos. Pasos. El corazón, el corazón… ¿latía? No lo escuchaba, sin embargo sentía la indescriptible presión del pulso en su pecho, en su garganta, en sus muñecas y se volvía cada vez más doloroso. Pasos. Pasos. El sonido del aliento cerca de su piel adquiría la densidad del viento, ni siquiera de la brisa.

La piel húmeda. Un campo lúgubre más se divisaba el resplandor del Sol. ¿En dónde había despertado?

- Delirium -