jueves, 25 de junio de 2009

Mañana dolorosa

Se despertaron aquel susurro y su poder indiscriminado sobre mis oídos. Ellos luchaban por ser libres. Tenían derecho a serlo. Entonces la piel empezó a quemarse desesperada por darle al tacto un sabor amargo, por sacar ese gusto del medio de mi estómago, que subía por mi esófago y empezaba a manchar el aire de palabras sin coherencia que repetían cosas sin solución.

Cuando yo desperté, intenté detener la luz, que residió en mis ojos abiertos, con la figura de mi mano. La luz solar se había ubicado en el centro de mi ventana al mundo y quería aturdirme sin motivarme a darle la bienvenida al día. Mi cansancio se encaprichó y todo se volvió oscuridad de nuevo.

Ya no puedo dictar a mis dedos, a mi lápiz, a mis hojas en blanco. La tinta es rebelde y las palabras ahora saben realmente lo que es tragarse su significado y que les duela la panza. ¿ Es mejor vomitar y que te duela la cabeza o estar con dolor de panza y náuseas mientras todos los minutos pasan, conversan un poco y se toman un café tranquilamente? Ya no sé, encima también pago la cuenta del café, claro.

A veces quiero realmente sentirme en medio de la atmósfera y realmente caer. En mis caídas, lo peor es el hecho de que seguís vivo después de ellas y te duele todo. Cuando caés se te entierra una gran piedra verde unos centímetros arriba del pupo que puede profundizar su posición cuando quiere y desde ahí mismo te inyecta cianuro en las venas.
Y vos vas al médico. Y el médico no sabe. Y el médico no entiende nada. ¿Y qué querés que entienda si es un médico? No hay medicinas para sacar piedras verdes del medio de tu cuerpo y menos para extraer todo el cianuro que tenés y recorre campantemente cada caminito que tenés desde tus pies a la cabeza. Y no, y no. Ya lo sé. Sólo era por si acaso...Es que ese dolor me complica el abrir los ojos todas las mañanas, me complica todo el día, todos los días, toda mi semana, todas mis semanas, todo el tiempo que sigo viva y me someto a esta masa de realidad que no se lleva bien con la de irrealidad en la que intento congelarme cuando sueño...

No hay comentarios:

Publicar un comentario