jueves, 17 de septiembre de 2009

Mentira I

Repentinamente volvés y me pedís el pase libre a mi vida, con un inventario de disculpas, excusas y demás, mostrás tu arrepentimiento y relatás el melodrama más angustiante que pude escuchar, donde vos sos el protagonista.

Era la primera vez que te veía llorar, que te escuchaba sincerarte, y no te daba vergüenza mostrarte débil ante mí. Por supuesto, yo me sentía más confundida que nunca: sostenía la mirada para no perder la costumbre, pero no podía ni pestañear, el asombro me invadía, ni siquiera podía llorar.

Nos gritamos, nos besamos, y nos volvimos a gritar. Con una furia colmada de angustia y dolor, te dije que yo ya había tomado vuelo, y no podía aterrizar para darte una oportunidad…mientras te acariciaba el cabello. Vos, arrodillado, abrazado a mis piernas y con la cabeza apoyada en mi falda, no dejabas de pedirme que no me fuera, que no te olvidara. Me pedías perdón al compás de cinco lágrimas cayendo por cada ojo, repetidamente.

El olor a café se hacía más y más fuerte, y tu voz y tu rostro más y más débiles. Mis ojos comenzaban a dolerme y mi cuello se sentía extraño. Desperté. Todo había sido un sueño. En ese momento, comprendí que ciertas cosas en mi vida aún no quieren cambiar, sólo lo hacen en mis sueños. Dicen que se hacen realidad.


-AMÉRICA-


América volvió

1 comentario:

  1. Los sueños se hacen realidad.
    Pero no podemos esperar siempre por ellos.

    ResponderEliminar